El Valle Calchaquí, en el noroeste argentino, es extenso y engarza lunares de viña a lo largo de su serpenteante recorrido. Cachi ocupa el extremo norte de este sistema y, en el punto más alejado aún, ya dentro de las montañas, hay un pequeño y remoto viñedo que ha ganado fama con sus vinos de Cachi únicos: se llama Adentro –ya que está ubicado en Cachi Adentro, de donde toma el nombre– y fue establecido por un montañista suizo que se enamoró de la cordillera.
Eso es lo que cuenta Christian Gotz, quien en un viaje por el norte buscando cumbres cayó preso del embrujo calchaquí, en Salta. En particular del Nevado de Cachi, el cordón coronado por una cima a 6380 metros que ha intentado subir en al menos dos oportunidades, sin llegar a la cumbre. Así de grande, así de singular es esa montaña.
La expresión de los vinos de Cachi
Pero no solo de montañas vive un suizo. A Gotz le encantaron los vinos de Cachi: cautivado por la profundidad y pureza de ese terroir, decidió instalarse en una casa con vista a la montaña y al viñedo. Inició la plantación en 2006 y a la fecha tiene 8,25 hectáreas, que cuida con cariño y la ayuda de sus perros.
“Al comienzo iba y venía de Suiza”, dice mientras recorre con la vista el viñedo, a cuyo final delimitan unos álamos ralos, “y así podía financiar la plantación. Pero al final la viña me atrapó y ya vivo aquí todo el año”. Llamó a su viñedo Finca Río Las Arcas, debido a la gran cantidad de árboles de esa especie en la región.
Considerado uno de los mejores de la zona, tanto por los vecinos que le compran la uva como por los no tan vecinos de otras partes del valle que también le compran, Gotz las cuida con celo. Cultiva 6 hectáreas de Malbec, 1 de Merlot y 1,25 de Torrontés. De cada una de ellas embotella sus vinos Adentro, que se distinguen por la frescura y la pureza de la altura.
Plantados a 2685 metros sobre el nivel del mar, el sol y el frío de la montaña dan nervio a los vinos que produce Gotz. En particular el Adentro Torrontés, que semeja un blanco de otro mundo, con aromas herbales y paladar chispeante. El Merlot tampoco se queda atrás. “Es un Chateau Figeac Calchaquí”, se ríe a veces Gotz, por el carácter herbal que despliega, además de la fruta negra y la boca jugosa.
Aunque es en Malbec donde el terroir brilla con más singularidad: entre especiado y frutal, es ligero al paso y con taninos finos, y despliega un estilo encantador. Precisamente por eso buscan sus uvas los productores de la región. Algunos, como el enólogo Thibaut Delmotte, lo elabora sin sulfitos en un estilo de pureza que enamora.
Un blend y un blanco delicioso
Gotz también embotella un blend al que llama Gran Nevado, con base Malbec y una parte de Merlot, además de un Torrontés, ambos con fermentación parcial y crianza en barricas. Si el tinto es la continuación de los varietales moldeados en la barrica, el blanco resulta más exótico, pero igualmente delicioso.
Más allá de los vinos de Cachi que produce, este rincón del mundo es tan especial como atractivo. No en vano y como un gran imán atrapó a este alpinista que aún sueña con las altas cumbres mientras ve crecer la viña y la huerta y a sus perros correr por el campo. Visitarlo es una experiencia inolvidable.