Bodega Colomé: vinos de gran altura en los Valles Calchaquíes

Bodega Colomé

La historia de Bodega Colomé es tan interesante como su propuesta vitivinícola. Es, además, la bodega en pié más antigua del país. Sus inicios se remontan a 1831, cuando Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar, último emisario realista del norte -lo que luego sería Argentina-. Tras la revolución de mayo, Isasmendi y Echalar recibe una gran cantidad de tierras, entre ellas, Colomé. A su hija, Ascención Isasmendi, que estudiaba por ese entonces en Europa, le había encomendado que, a su regreso, trajera vides europeas.

Esas vides se plantaron en Colomé. Así, fueron pioneros en el cultivo en los Altos Valles Calchaquíes. Desde aquel entonces, esta tierra ha sido prolífica y sorprendente. En 1998, la visión de Donald y Úrsula Hess, inspirada en la belleza única y el excepcional terroir de los Altos Valles Calchaquíes salteños, los llevó a decidir elaborar vinos en uno de los viñedos más altos del mundo.  Así nació Colomé, un testimonio de su pasión por la naturaleza y, por supuesto, el vino.

Bodega Colomé: vinos de gran altura

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Ana Papadópulos, responsable de la comunicación de Bodega Colomé, hace la primera introducción. “Para nosotros, reforzar la ubicación es muy importante. Porque todavía, cuando uno dice “bodega”, en Argentina la gente responde “Mendoza”. La diferencia es que los nuestros son vinos de gran altura, más que de altura, me gusta decir”. En 1998, cuenta Ana, Donald Hess estaba de viaje por Sudamérica, probando los mejores vinos del continente. Recién cuando llegó a Salta, encontró algo que verdaderamente lo apasionó: la luz solar plena, el terroir de excelencia lo hicieron decidirse: iba a ser pionero en una nueva categoría llamada vinos de «altura»».

“Hoy en día continuamos la tradición de producir vinos excepcionales, de producción limitada y cultivados con prácticas sustentables en un microclima puro”, explica Ana.

“La altura garantiza un aire, un oxígeno, más limpios, al estar más cerca del sol”, describe Ana. “La piel se va a desarrollar mucho más gruesa, por eso los vinos del Norte son más oscuros en color que los vinos de cualquier otra región. El color te diferencia del resto. Al haber tanta sanidad, obtenemos vinos con características distintas en cuanto a aroma y color. Y el aire más limpio también evita muchas enfermedades de la planta”. Así, el portfolio de Bodega Colomé incluye Malbec, Pinot Noir y Sauvignon Blanc de altura máxima; Torrontés y lotes pequeños, especialmente seleccionados por el enólogo francés de la bodega,  Thibaut Delmotte.

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Ana menciona, con especial orgullo, al vino Misterioso. “Sólo se vende en bodega. Proviene de un cuadro que encontramos con distintas variedades blancas. Se mandó a analizar organolépticamente varias veces, no sólo en Argentina sino en Estados Unidos, y el resultado revela que hay un poco de Torrontés, de Sauvignon Blanc, pero hay un montón de otras variedades que no sabemos qué son. Y está buenísimo el vino”.

Hospitalidad, luces y arte

Bodega Colomé

Pero no sólo se trata de vinos de altura. En el corazón de Bodega Colomé se emplaza el Museo James Turrell, un edificio de 1.700 metros cuadrados, con un diseño arquitectónico que desafía los límites de la percepción. Este museo, inaugurado el 22 de abril de 2009, después de dieciocho meses de construcción, acoge las obras del artista James Turrell, cuyo trabajo se centra en los juegos entre la luz natural, la luz artificial y las sombras. De esta forma, en Bodega Colomé, los visitantes no solo observan el arte, sino que se sumergen en él, explorando los espacios que cobran vida con la interacción entre el color y la luz.

Además, para quienes buscan una experiencia completa, Bodega Colomé ofrece Estancia Colomé ofrece un refugio de lujo entre los viñedos y las montañas. Con nueve habitaciones amplias y confortables, rodeadas de jardines de lavanda y vistas panorámicas, es el lugar perfecto para descansar, explorar los viñedos y participar en degustaciones guiadas.

Naturaleza y comunidad en armonía

Los viñedos de Bodega Colomé se extienden en las alturas, desde La Brava en Cafayate hasta alcanzar la altura máxima en Payogasta. Para Ana Papadópulos, cada vino tiene su propia personalidad y carácter. Es que en esta altitud y con un clima extremo, se obtienen vinos de una intensidad y calidad incomparables. Los suelos pobres y las escasas lluvias hacen que las vides tengan que pelear por sobrevivir, produciendo frutos puros y expresivos.

Con prácticas agrícolas sustentables y programas de apoyo a la educación y el desarrollo comunitario, la bodega se esfuerza por preservar el entorno natural y enriquecer la vida de aquellos que viven en la región. “Desde el año pasado los agrónomos están haciendo un trabajo, asesorados por una empresa francesa, para optimizar el uso del agua en el viñedo. Se están haciendo una serie de mediciones en las plantas para darles la cantidad de agua justa, sin desperdiciar. Y como tecnología de punta, se incorporó una máquina seleccionadora de granos, que mira los granos en detalle para seleccionarlos y producir los vinos de alta gama”. 

Bodega Colomé, profundiza Ana, es más que vino y arte; representa un compromiso con la tierra y la comunidad. 

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