Para cualquier winelover del mundo, el país produce los mejores Malbec, y punto. Sin embargo, los wine geek saben bien que el principal productor de vinos de América del Sur aún tiene mucho para compartir.
No obstante, incluso para estos consumidores curiosos del Pinot Noir argentino pueden ser una sorpresa. Pocos imaginan que en los mismos viñedos donde el Malbec da vida a vinos jugosos la reina tinta de la Borgoña brilla con luz propia.
De hecho, podemos decir que este varietal ya se cultiva en tres de los terruños más extremos y singulares de Argentina: en Salta, Bodega Colomé lo plantó a 3.111 metros de altura, mientras que Otronia lo hizo en el viñedo más austral del mundo, en Chubut, Patagonia. Por su parte, Trapiche lo hizo en Costa y Pampa, ubicada a solo 8 kilómetros del océano Atlántico.
Pinot Noir argentino, estrella silenciosa en ascenso
Si bien el cultivo de Pinot Noir en Argentina, principalmente en Mendoza, se aceleró a partir de la década de 1960 con el auge de los sparkling wines, sus hectáreas se duplicaron recién en los últimos quince años.
Finalmente, parece haber llegado su hora. Incluso así lo explica Laura Catena, quien este año lanzó Domaine Nico, su proyecto de Pinot Noir de parcela: “En 1992, comenzamos a plantar Pinot Noir de Dijon en Tupungato, en los viñedos de altura de Mendoza. Desde un comienzo, los vinos fueron muy buenos, pero luego el Malbec demandó nuestra atención. Igual continuamos desarrollando el Pinot Noir en viñedos de mayor altura y en zonas más frías. Así nació nuestra colección a partir de cinco viñedos diferentes del Valle de Uco”. Paralelamente, Rutini, Salentein y otros productores de Mendoza apostaban a este varietal cuyos primeros vinos hoy ofrecen una exquisita tipicidad, pero a la vez un gran potencial de añejamiento. “Probar las primeras añadas nos convenció del potencial del Pinot Noir en los viñedos de altura”, aseguran en Catena Zapata.
Pero, sin dudas, el gran envión al Pinot Noir argentino fue responsabilidad de Piero Incisa della Rocchetta, quien en 2005 sorprendió al mundo con los vinos de su bodega Chacra. Desde Mainqué, un remoto rincón de la provincia de Río Negro, en la Patagonia, este productor italiano elabora una colección de Pinot Noir a partir de dos antiquísimos viñedos, uno de 1932 y otro de 1955, rescatados del abandono. La calidad y la reputación obtenidas por las primeras cosechas de estos vinos hicieron que muchos expertos le dieran una nueva oportunidad a este varietal en Argentina.
Actualmente, las 2.000 hectáreas cultivadas con Pinot Noir se distribuyen por todo el país y los estilos posibles son variados y curiosos de acuerdo al origen.
Etiquetas para comprender al Pinot Noir argentino
Río Negro es, para muchos, sinónimo de los Pinot Noir de estilo old world en Argentina. La clave está en los viejos viñedos de la región. Por ejemplo, Humberto Canale, bodega pionera de la zona, elabora Humberto Canale Old Vineyard La Isabel a partir de cepas de 1969, mientras que Chacra 1932 y Chacra 1955 son las joyas más preciadas de la región.
En Neuquén, el otro bastión del vino patagónico, se logran Pinot Noir con un estilo más próximo a los californianos, concentrados y carnosos, producto de un clima más soleado. Según Leonardo Puppato, winemaker de Familia Schroeder, “el Pinot Noir es una cepa muy nueva para los viñedos argentinos y en Patagonia se adaptó muy bien. Mi inquietud sobre estos vinos me permitió descubrir que debemos trabajarla más en la viña que en bodega. Debemos manipularla lo menos posible por que naturalmente se logran resultados geniales”. Buenos ejemplares son FIN Single Vineyard, de Bodega del Fin del Mundo, y Saurus Barrel Fermented, de Familia Schroeder.
En palabras de Paz Levinson, mejor sommelier argentina hoy con base en Francia, “el Pinot Noir de Argentina es bien distintivo y especial. Si hablamos de Pinot Noir de la Patagonia, por ejemplo, podemos ver que el alcohol está bien balanceado, entre 12 y 13%, pero con el corazón de la fruta y la intensidad bien pronunciados. Estas características me hacen pensar en la combinación de acidez y alcohol moderado que propone Willamette Valley en Oregon”, dice.
Chubut, la última frontera de la vinicultura patagónica, cuenta con los viñedos más australes del planeta, con un clima frío, ideal para el Pinot Noir. Rugientes 45 y Otronia son los vinos a probar, ambos elaborados por Alberto Antonini y Pedro Parra en los viñedos. Aquí la frescura, el cuerpo medio y la tensión hacen pensar que un estilo Volnay es posible en Argentina.
Ya en Mendoza, las posibilidades son infinitas, principalmente en los viñedos de altura del Valle de Uco. Como sucede con el Chardonnay, el Pinot Noir se destaca en Gualtallary y otros rincones del Tupungato. “Mendoza nos permite elaborar un estilo de Pinot muy fino pero exuberante que cualquier amante de estos sabrá disfrutar”, insiste Laura Catena. Aquí la ecuación de altura, clima fresco y buena insolación da lugar a exponentes intensos, de perfil frutal, pero de expresión típica con tonos terrosos, de trufa y hongos. Quizás sean comparables, por el momento, con Sonoma, Central Otago o Washington Estate.
Para tener una impresión acabada del Pinto Noir de Tupungato, es bueno buscar Domaine Nico Le Paradis, de un viñedo a 1.500 metros de altura, o bien el novedoso Norton Altura elaborado con uvas de una viña cercana, o tal vez Rutini Pinot Noir, cuyas cosechas viejas cotizan en alza. Incluso su nuevo Rutini Antología L, elaborado en la singular cosecha 2016, despertará suspiros. Pepe Galante, winemaker de Salentein, es otro experto de este varietal, y su Salentein Single Vineyard Los Jabalíes de Tunuyán lo demuestra, como también el Zorzal Porfiado de Juan Pablo Michelini.
En esa línea, Levinson sostiene que “los vinos de Mendoza, de regiones más frías, son los que mejor se adaptan dentro de esta cepa difícil. Podemos visualizar un gran futuro en La Carrera, Tupungato, y en lugares como IG Pampa El Cepillo o IG San Pablo (con altitud, exposición y suelos de tiza en algunos viñedos y temperaturas más frías) son los mejores para conseguir este balance con facilidad”.
De El Cepillo, en la zona sur del Valle de Uco, por ejemplo, buenos vinos a probar son Pintom, de la bodega Canopus, especializada en la elaboración de vinos naturales, y Escorihuela Gascón Pequeñas Producciones Pinot Noir, del joven winemaker Matías Ciciani Soler.
En todo caso, una cosa es segura: en el país del Malbec también se elaboran buenos Pinot Noir. Y para todo aquel que busque sorprenderse, Argentina ofrece algunos ejemplares de estándar internacional y en diversos climas. Sólo resta probarlos.