El 18 de agosto se celebra el Día del Pinot Noir. Esta cepa es una de las más destacadas a nivel global y los vinos que con ella se producen se reconocen por sus aromas de frutos rojos -frambuesas, cerezas-, notas terrosas -de trufas y hongos-, pero también por su cuerpo ligero a medio, su textura aterciopelada y su acidez. Difícil de cultivar, el pinot noir exige climas frescos que ayuden a su maduración -de ciclo corto-, por lo que se privilegian las zonas frías, idealmente cerca de cursos de agua -río o mar-.
En Argentina, el Pinot Noir fue, durante años, una cepa popular para la elaboración de vinos espumosos, pero en las últimas tres décadas fue ganando terreno como varietal con el que elaborar vinos tintos más suaves. Así, y desde el año 2002, se duplicaron la cantidad de hectáreas de viñedos de pinot noir, que en la actualidad alcanzan unas 2000 hectáreas, entre Salta, Chubut, la Cordillera de los Andes y la Costa Atlántica.
¿Qué opinan las y los expertos sobre esta cepa que, en Argentina, tierra de malbec, continúa creciendo y ganando terrenos? Consultamos a bodegueras y bodegueros, productores y sommeliers y esto es lo que nos dijeron.
Día del Pinot noir: la situación en Argentina
Para Leo Puppato, de Bodega Familia Schroeder -San Patricio del Chañar, Neuquén- el desarrollo del pinot noir comenzó a fortalecerse hace unos 20 años atrás y la Patagonia tuvo mucho que ver en esto, al ser una de la regiones en las que mejor se adaptó la cepa. Este crecimiento, sostiene, “ha sido notable y va a seguir. Nosotros tenemos un plan de 10 hectáreas nuevas de pinot por año durante 5 años. Pero el pinot noir es escaso, es mayor la demanda que lo que se produce y a la mayoría de las bodegas siempre les falta. Si bien es una variedad difícil para cultivar y elaborar, es muy versátil y se usa para espumantes y vinos tranquilos”.
Juliana del Aguila, Directora de Bodega del Fin del Mundo, situada en la misma región, suma otras razones para el crecimiento: el cambio climático, que hace posible que se extiendan los terruños aptos y, por otro lado, la popularización del consumo de pinot noir en el mundo.
Para Roy Urvieta, de Domaine Nico -Valle de Uco, Mendoza- el crecimiento es multifactorial. “Por un lado, la vitivinicultura argentina ha invertido mucho en comprender y explorar el terroir, en cómo vinificar y en la mejor interpretación del lugar. En el Catena Institute hemos llevado a cabo investigaciones durante décadas, que después contribuyeron a Domaine Nico, impulsado por Laura Catena. Otro factor crucial es el crecimiento del consumidor, que ha impulsado esta expansión.
Ya no hay dudas de que, en Argentina, el terroir existe, tanto a nivel científico como los vinos del mercado. Al no haber dudas que el terroir está presente en la vitivinicultura argentina, el pinot noir entra al juego como mensajero, como lo viene haciendo el malbec”.
Thibaut Delmotte, de Bodega Colomé -Valles Calchaquíes, Salta- aporta una mirada técnica: “desde un punto de vista técnico, es el gran desafío. El pinot es una cepa complicada, no se da en todos lados, pero es la reina, por eso todos tienen ganas de lograr algo con el pinot noir y van probando. Y también por esta gran libertad que tenemos acá en Argentina a nivel de la viticultura: al no estar encerrados en una cepa por provincia, tenemos esta libertad de plantar lo que queremos. Cuando llegué, hace 20 años, pinot noir era Patagonia y punto, por un tema climático.
Al igual que el malbec, es una una cepa súper sensible al terroir. Tomando nuestro ejemplo propio, tenemos pinot noir en altura máxima (a 3111 s.n.m) y el éxito se debe a que tenemos el terroir más fresco de los cuatro que estamos trabajando. También es muy sensible a la composición del suelo, se expresa mejor en suelo pedregoso. Otra vez hablando de nuestra experiencia, en altura máxima el suelo es el más pedregoso de todos, con granito y piedra volcánica. Los pinot que están teniendo éxito en general son plantados en suelo pedregoso y por eso el Valle de Uco está muy favorable a este tipo de al cultivo”.
Juan Pablo Murgia, winemaker de Bodega Otronia -Sarmiento, provincia de Chubut, donde cuentan con los viñedos más australes del continente, ideales para el crecimiento del pinot noir-, señala el gusto del público como parte del fenómeno del pinot noir: “Más allá de que sea una variedad histórica, clásica, tradicional, hay cambios del consumidor hacia vinos más elegantes, más sofisticados y tal vez no tan estructurados como podemos haber este buscado en otra etapa, en los años 2000, cuando buscábamos más fuerza, más musculatura. Creo que no hay una variedad más indicada para eso que el pinot”.
Otro motivo interesante, reflexiona, es “haber hecho la Argentina más federal territorialmente, haber salido a buscar otros lugares y ampliar la geografía con nuevas provincias, por ejemplo, Chubut, en nuestro caso. Eso nos ha permitido encontrar otros terroir que no son los de montaña, de Mendoza, y donde podemos encontrar condiciones excepcionales. Y por supuesto está la Patagonia, el gran lugar de la Argentina, de Sudamérica y del mundo para hacer pinot noir”.
Día del pinot noir: el atractivo de la cepa argentina
Para Puppato, los pinot noir nacionales han sabido encontrar sus mercados en distintos lugares del mundo; llegan con muy buena relación precio calidad, lo que cautiva a los consumidores y, además, la diversidad y estilos de pinot que se están elaborando en el país sorprende a los expertos. “Cada vez son mejores los puntajes y más los premios y medallas internacionales en esta variedad”, se enorgullece.
Juliana del Aguila coincide y agrega: “El vino argentino es muy competitivo. A su vez, el pinot noir de lugares como la Patagonia, donde producimos en Bodega del Fin del Mundo, con gran amplitud térmica y muchas horas de sol, permite obtener pinot maduros y balanceados naturalmente, con mucha expresión de sabor, aromas y color, sin ser pesados”.
Delfina Pontaroli, de Bodega Puerta del Abra, arriesga otra teoría: “Creo que el pinot noir fue poco comprendido en Argentina por mucho tiempo. Este preconcepto del vino tinto ligerito, que no es ni tinto ni blanco hacía que quede un poco relegado del plano. La educación y la especialización que va teniendo el consumidor de vino en los últimos años es increíble y el hecho de que se hayan aventurado muchos pioneros a explorar regiones nuevas donde aparece el potencial para este tipo de variedades nuevas, como fue en su momento la Patagonia.
Lo que me encanta del pinot noir es que es muy transparente a la hora de contar de dónde viene, se delata muy rápido con la expresión del terruño”.
Pinot noir argentino: visión a futuro
¿De qué creen las y los expertos que dependerá, de aquí en más, el crecimiento de esta cepa en Argentina?
Para Puppato, que lleva años trabajando con su equipo en la búsqueda de los mejores clones y su adaptación en los diferentes suelos, el crecimiento tiene que ver con seguir trabajando bien, con continuar aprendiendo del varietal, cuidando la calidad, vinificando los viñedos y “capacitando a la gente que tiene contacto directo con este varietal para lograr la mejor uva que cada viñedo y cada zona pueda dar. También hace falta mejorar y adaptar las bodegas para la elaboración de pinot noir”.
Para Juliana del Aguila, “Argentina necesita mejores condiciones para producir y exportar. Acuerdos bilaterales, políticas claras que defiendan a los que trabajamos para generar valor”.
Para Urvieta, todavía tiene mucho por crecer en nuestro país. “La tipicidad conceptual (lo que las personas piensan que es un producto) para el pinot noir argentino no está clara: si es de Patagonia, o de la costa, o del norte o de altura en Mendoza. Tenemos que trabajar para tener un mensaje claro, como pasa en algunas regiones como Chambolle-Musigny, que te lleva a la fineza y elegancia.
En Domaine Nico y en el Catena Institute estamos desarrollando proyectos para entender la tipicidad de cada parcela, basándonos en que nuestro pinot noir proviene de zonas frías y de altura”.
“Otro punto que hace que el pinot noir vaya a seguir creciendo y mejorando son las ganas del viticultor, del enólogo o de la viticultura argentina en general de perfeccionarse, de descubrir nuevas cosas”, se entusiasma Thibaut Delmotte. “Cada vez hay más pinot noir y de gran calidad en Argentina, y eso va a darle ganas a muchas otras bodegas de probar. Es una uva de poca producción, entonces no van a entrar muchos jugadores a hacer vinos masivos. Cuando entran en el mundo del pinot noir, en mi opinión, es para hacer vinos de alta calidad”.
Para Murguía, el crecimiento está estrechamente ligado a seguir mostrando pinot noir de clase mundial y de seguir encontrando los mejores lugares. Además, considera que es una gran oportunidad para diversificar la producción de vinos y no ser tan dependientes del malbec. “Depende de que encontremos los terroir específicos, que hagamos buena viticultura, de precisión. En nuestro caso hacemos una viticultura agroecológica, natural, muy enfocada en resaltar las características de los lugares, elegir buenos materiales genéticos y hacer un buen manejo, una buena vinificación”.
Pontaroli agrega la importancia enorme del trabajo de las y los enólogos y comunicadores para mostrarle al mundo que Argentina no es solamente malbec. “Tenemos una capacidad gigante de seguir superando los límites y demostrando potencial y calidad”.