Perspectiva de sommeliers: Tempranillo en Argentina

Tempranillo en Argentina

Desde 2011, cada segundo jueves de noviembre se celebra el Día Internacional del Tempranillo. Es una festividad que, si bien tiene como protagonistas a los vinos españoles, también alcanza a todos aquellos productores del mundo que cultivan este varietal.

Argentina no podía quedar fuera de la fiesta. Es que en los viñedos del principal productor de Sudamérica el Tempranillo tiene una larga trayectoria con etiquetas que marcaron la historia del vino argentino. 

Tempranillo en Argentina

En el mundo hay 231.000 hectáreas de Tempranillo, de las cuales el 88% se encuentran en España. El resto derrama su encanto en los viñedos de Portugal, Australia, Sudáfrica, Estados Unidos y la Argentina, entre otros países. 

El Tempranillo fue introducido en Argentina a mediados del siglo XIX y tuvo una enorme expansión. Fue una de las variedades históricamente más plantadas debido a su productividad natural. Sin embargo, cuando en la década de 1990 el país se comprometió con la búsqueda de vinos de calidad no fue tenida en cuenta, quizás por estar asociada en la mente de los productores a los rendimientos cualitativamente menores. Sin embargo, con un correcto manejo agronómico despliega su potencial enológico y puede ofrecer vinos de altísima calidad”, describe Sebastián Zuccardi, quien hoy elabora Q Tempranillo. Es el vino que impulsó la bodega familiar en 1997 a partir de unos parrales añosos en Santa Rosa, oasis este de Mendoza, y considerado por muchos el primer Tempranillo de alta gama argentino.

Aquel auge del Tempranillo en Argentina explicado por Zuccardi fue en gran parte responsabilidad de los miles de inmigrantes españoles que llegaron a suelo argentino a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Si tenemos en cuenta el fuerte aporte ibérico a la cultura argentina, es lógico que su vino más preciado se haya convertido en uno de los favoritos de los viticultores locales. 

El Tempranillo también tuvo su momento exportador. En palabras de Rodolfo Sadler, winemaker de La Mascota y productor de uno de los mejores exponentes locales, “a comienzos de la década de 1990 los primeros importadores que llegaban en busca de vinos argentinos no pensaban en Malbec sino en cepas ya instaladas en la mente de los consumidores europeos. Así el Tempranillo se convirtió en una posibilidad para nuestros vinos y para el Malbec. Comenzamos exportando varietales de Tempranillo, luego blends Tempranillo-Malbec y de este modo el Malbec tuvo su oportunidad. Hoy seguimos con el Tempranillo en algunos mercados puntuales de Europa”. 

Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura, en 2019 el Tempranillo en Argentina contaba con 5.562 hectáreas para su producción, distribuidas principalmente en Mendoza (5295) y en menor medida en San Juan (169), La Rioja (52), Catamarca (19) Río Negro (11) y Salta (9), más otras 7 repartidas en viñedos menores.

Qué esperar de un Tempranillo argentino

Es una variedad versátil que gusta mucho por su capacidad de dar vida a estilos diferentes, que van de los tintos profundos a rosados bien interesantes, como sucede en muchos rincones españoles.

El Tempranillo en Argentina, cuando es joven, resulta lleno de fruta roja y suave al paladar, pasando por exponentes de cuerpo medio y notas a especias dulces cuando son criados en madera. Pero como gracias a la reputación de los grandes Rioja y Ribera del Duero se convirtió en una uva de elite, es común que se la destine a vinos de reserva y guarda, de modo que también podemos encontrarnos con tintos intensos, de buena concentración y óptima capacidad de envejecimiento.

Elegida por sus altos rendimientos y utilizada para aportar color y taninos a vinos de mesa, el Tempranillo en Argentina hoy atraviesa un revival de la mano de algunos enólogos decididos a demostrar su potencial, como sucede con Karim Mussi, de Bodega Alto Cedro. “En la Consulta (Valle de Uco) es la segunda variedad más importante luego del Malbec, y está muy extendida debido a su componente histórico. Hay muchas viñas viejas, incluso algunos viñedos prefiloxéricos, plantados a pie franco, sobre todo en parrales. Es una variedad muy productiva, pero en los suelos de esta zona tiene un vigor moderado a bajo, dando racimos apretados con bayas pequeñas y buena concentración de fruta y frescura”, explica Mussi. Este winemaker embotella Año Cero Tempranillo y también la usa en sus cortes de alta gama. 

Justamente en el sur del Valle de Uco, en La Consulta y El Cepillo, nacen otros interesantes exponentes como Crux de Bodega Alfa Crux y Contador de Estrellas Tempranillo Eterno, de Absurdo Wines. Una rareza es El Relator Tempranillo, elaborado con uvas de Tupungato, una de la áreas más frescas y elevadas del Valle de Uco, que permite obtener un vino sedoso y vibrante.

Pero más al sur aún, en San Rafael, encontramos uno de los más elegantes y potentes, Alfredo Roca Reserva de Familia.

Mientras tanto, en Maipú y Luján de Cuyo, que es la región donde más hectáreas de Tempranillo se concentran en Mendoza, nacen Tempus Alba, La Gran Mascota elaborado por Rodolfo Sadler, Mendel Lunta de Roberto de la Mota y Zuccardi Q, vinos que tras una buena crianza en barrica dan cuenta de un perfil sobrio y clásico, ideales para el envejecimiento en botella.

Una vez más, la rica historia de la vitivinicultura argentina sale a la luz con uno de los cepajes más importantes del mundo, que también logra lucirse en los viñedos de montaña.

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