A fines de octubre, visité por primera vez Texas como embajador de Wines of Argentina. La ciudad que se rinde ante las jugadas de Manu Ginóbili y Nicolás Laprovittola sería escenario de un festival gastronómico con Argentina como protagonista. Una gran oportunidad para compartir la historia y la actualidad de nuestros vinos.
Un porteño suelto en San Antonio
Para los habitantes de San Antonio, en Texas, Argentina es un país cercano, o al menos eso pude sentir desde el momento en que llegué al aeropuerto. A medida que avanzaba por las calles y autopistas de esa enorme ciudad con aires coloniales y en pleno proceso de modernización, no faltó quien, al descubrir que llegaba desde Buenos Aires, me sonriera y gritara “¡Manu!”. Algunos incluso buscaban en sus bolsillos o carteras algún artículo donde señalar el logo de los Spurs, equipo de la NBA donde Ginóbili, el basquetbolista argentino más importante, es considerado un mito. Un fenómeno que de algún modo me hizo sentir rápidamente como en casa a pesar de las dieciséis horas de vuelo.
Pero mi visita a este rincón de Texas nada tenía que ver con el astro del básquet (aunque no dejaría pasar la oportunidad de asistir a un partido de los Spurs), sino con algo también muy reconocido en suelo texano: nuestros vinos. Aquellos que automáticamente asociaban a Ginóbili con Argentina exclamaban «¡Malbec!» cuando les contaba que era un sommelier de estas tierras que en breve dictaría un seminario sobre nuestra viticultura en The Culinary Institute of America (CIA).
No encararía solo esa misión, sino como parte del equipo de Wines of Argentina que participó de la primera edición de Arriba el Sur – South America Wine & Food Summit, junto a los cocineros argentinos Danny Bramson y Diego Biondi. Durante los días 25, 26, 27 y 28 de octubre, nuestra tarea fue participar de clínicas y seminarios en el marco de este festival gastronómico organizado por el CIA, uno de los establecimientos de formación gastronómica más importantes de Estados Unidos.
Fueron cuatro jornadas de actividades en las que se dio cita a la crema y nata del ámbito gastronómico de San Antonio para descubrir los sabores de la cocina argentina y de nuestros vinos. “Argentina es un país que despierta curiosidad y entusiasmo en San Antonio. Todos conocemos el Malbec, pero es hora de aprender más”, serían las palabras elegidas por Fernando Zalazar, manager general del CIA, para dar inicio a nuestro seminario.
Argentina de norte a sur
La presentación central fue el 27 de octubre en el salón principal del CIA ante 120 profesionales del ámbito gastronómico de San Antonio y otras ciudades de Texas. Chefs, sommeliers, wine bloggers, periodistas y gerentes de los principales hoteles del área se disponían a comenzar con un “tasting de Malbec”, aunque en realidad los esperábamos con un plan más ambicioso.
“¿Cuántos de ustedes acostumbran a descorchar vinos argentinos?”, pregunté al auditorio para romper el hielo. La respuesta fue contundente. Casi la totalidad de los presentes levantaron sus manos mientras mencionaban las etiquetas que solían disfrutar. El protagonismo de nuestra cepa emblemática quedaba en evidencia también en esta ciudad texana. Era un marco ideal para invitarlos a descubrir mucho más de los vinos de Argentina y el Malbec.
Uno de los aspectos que más los cautivó fue la historia de la viticultura argentina y el fuerte lazo cultural que tenemos con el vino. Varios tardaron en digerir que en nuestro país la actividad vitícola haya comenzado hace cuatro siglos y que la mayor parte de la producción se descorche en el mercado local; incluso los más conocedores.
El recorrido virtual que comenzamos en Salta, continuamos por Mendoza y finalizamos en Patagonia dispararía muchos otros temas para profundizar sobre la actualidad de nuestros vinos. En primer lugar, el Torrontés, con su historia y carácter, sedujo principalmente a los cocineros, quienes destacaron el potencial gastronómico de sus sabores. La Patagonia vitivinícola los cautivó con sus postales, pero también con el estilo del Pinot Noir que se logra en la región, sobre todo para aquellos que nunca habían probado un Pinot argentino. En cuanto a los viñedos salteños, más de uno pidió que repitamos la altura a la que se encuentran, ya que le parecía increíble la posibilidad del cultivo de la vid por encima de los 2.000 metros, y mucho más la expresión de los vinos de altura.
El plato fuerte fue la cata de Malbec de diferentes regiones, un ejercicio que los introdujo en un mundo de matices y estilos para un vino que muchos creían conocer a la perfección. “La diversidad de sabores de estos vinos me entusiasma, no veo la hora de conocer esos viñedos”, confesaría Veronique Barretto, sommelier y brand ambassador de Pedernales Cellars. Al igual que ella, muchos de sus colegas aseguraban que habían descubierto un nuevo horizonte para el Malbec.
Curiosidad texana
Finalizado el seminario, participamos de una master class de cocina argentina a cargo de Danny Bramson y Diego Biondi junto a una decena de chefs del CIA. En diferentes grupos, desarrollaron un menú con productos argentinos y recetas típicas. Luego degustamos cada plato con diversas etiquetas de nuestro país en busca del mejor maridaje. A los nueve vinos del seminario, sumamos otras diez etiquetas, entre las que se lucieron las de Chardonnay y Cabernet Sauvignon. “Realmente necesitamos conocer más vinos de Argentina”, compartiría Mark Fusco, certified specialist of wine y creador de 1337wine.com, mientras buscábamos con cuál acompañar las carnes cocinadas para el menú. La opinión de Fusco coincidía con la de todos los especialistas en vinos que se sumaban al segundo tasting, algo informal en la barra de la cocina principal. Todos destacaban la calidad de las dos cepas preferidas por los estadounidenses en suelo argentino: Chardonnay y Cabernet Sauvignon. Orgullosos de los resultados que logra la vitivinicultura californiana con estas cepas, no ahorraron elogios para las etiquetas argentinas que descubrían.
Con el tiempo como verdugo, buscamos la forma de compartir todo lo posible con aquellos que nos pedían conocer más. El entusiasmo de los texanos con nuestros vinos y regiones vitícolas se resumía en dos preguntas: ¿cuándo me conviene ir a Argentina? y ¿qué bodegas tengo que visitar? Preguntas que daban lugar a infinitas respuestas de acuerdo al interés del que preguntaba. Un verdadero desafío cuando aún nos queda tanto por contar de nuestros vinos y existe tanta gente con ganas de descubrirlos. Quizás 2017 nos dé la revancha para más descorches en San Antonio y, por qué no, en otros rincones del planeta.