Para la mendocina Bodega Trivento, la integridad es la base de todas sus acciones de sostenibilidad. Entre programas que apuntan al máximo aprovechamiento del agua, la instalación de paneles solares, el cuidado de la tierra y los programas educativos, Bodega Trivento sostiene políticas claras que guían a colaboradores, proveedores y clientes, asegurando la transparencia y el profesionalismo en cada paso.
La bodega materializa su estrategia de posicionamiento, puesta en marcha hace 5 años, en sus resultados del negocio 2023. Por cuarto año consecutivo es la marca argentina de vinos más vendida en el mundo y, además, se convirtió en la segunda marca con mayores ventas netas del grupo Viña Concha y Toro, del cual forma parte desde su fundación en 1996. Tras un sólido trabajo de reconocimiento de la marca a nivel mundial y el impulso de un negocio sustentable, la bodega muestra un crecimiento sostenido en los últimos cinco años, con un aumento del 18% en volumen y un 21% en valor (CAGR).
Bodega Trivento y las iniciativas de sostenibilidad: un compromiso integral
Bodega Trivento demuestra que la sostenibilidad va más allá de acciones aisladas, integrándola de manera consciente y enfática en su estrategia empresarial. Sus iniciativas ambientales, educativas y sociales reflejan un compromiso profundo con el desarrollo sostenible y el bienestar comunitario. De este modo, Bodega Trivento no solo celebra sus logros comerciales, sino también su impacto positivo en el mundo.
Trivento fue pionera en Argentina en medir sus emisiones de carbono desde 2009. Este proceso, que comenzó cuando aún muchas bodegas no contemplaban el impacto de las mediciones, se ha sistematizado y profesionalizado con el tiempo. Desde 2018, se realizan mediciones más puntuales con planes de acción específicos para la reducción de emisiones.
En ese sentido, «implementamos programas de eficiencia energética, cambiando sistemas de frío –un punto crítico para el gasto de energía– e instalamos más de 900 paneles solares en los techos de la bodega en localidad de Maipú», explica Mercedes Álvarez, Head of Sustainability. Estos paneles abastecen el 10 % del consumo eléctrico de la bodega. Asimismo, en su búsqueda de incrementar energías renovables, la bodega adquirió certificados de renovabilidad IREC de una planta fotovoltaica radicada en Chile. Estos certificados compensan la huella de alcance 2 y la huella de energía eléctrica básicamente y, al mismo tiempo, se trata de una señal hacia estos mercados que colaboran en el logro de los objetivos de desarrollo sostenible.
También, está voluntariamente suscrita a los 10 principios del Pacto Global de las Naciones Unidas y cada año asume metas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Agenda 2030.
En el 2021, Bodega Trivento decidió certificarse como empresa B, que implicó, por un lado, integrarse a un ecosistema que comparte su mirada sobre nuevas economías y, al mismo tiempo, sumar una nueva herramienta de gestión que engloba el trabajo que venía realizando, poniéndolo en valor y abriendo nuevas perspectivas en cuanto a sostenibilidad. Ser empresa B, agrega Álvarez, «no significa tener todos los impactos ambientales y sociales resueltos, pero sí nos permite crear una hoja de ruta y alinear los objetivos.»
Agua, tierra y materiales amigables
En cuanto a la gestión hídrica, Bodega Trivento optimiza, mediante riego por goteo y un sistema de riego de precisión, el uso del agua en sus viñedos. Este enfoque no solo ahorra agua sino también prepara a las plantas para futuras condiciones de estrés hídrico, algo que en el contexto de Mendoza y su escasez de agua, sumado al cambio climático, resultará una adaptación positiva a futuro, detalla Álvarez.
La reutilización de materiales, señala, también es un área de la que se ocupan con énfasis.
De este modo, Bodega Trivento recicla y/o composta el 97 % de sus residuos. Los orgánicos de la vinificación se convierten en compost para la nutrición de las vides, y los residuos secos son gestionados con empresas y recuperadores urbanos. Estos últimos actores son fundamentales para la recirculación de materiales.
Bodega Trivento también ha trabajado en la reducción del peso de sus botellas y eliminado materiales adicionales como los collarines –de cartón y papel–, reemplazándolos con códigos QR en las etiquetas, lo que ahorra recursos y facilita la comunicación con los consumidores. Para la bodega es fundamental que, además de la experiencia placentera de la bebida, los consumidores se lleven consigo la historia que hay detrás del vino que están tomando.
La educación como faro
Desde hace más de 15 años, Bodega Trivento ha promovido la educación de sus colaboradores con la primera aula de terminalidad escolar del ámbito privado en Argentina. Esta inauguración tuvo una motivación ulterior: ayudar a colaboradores de la bodega a capacitarse, en un contexto de cambios tecnológicos y de sistemas de gestión que comenzó a producirse en toda la industria. La reeducación de la fuerza de trabajo –en lugar de producir despidos y nuevas contrataciones– motivó la creación, en convenio con la Dirección General de Escuelas, de las aulas de terminalidad escolar. Este programa, ahora también abierto a la comunidad, incluye mentoría y acompañamiento para facilitar el estudio y el trabajo simultáneamente.
Al mismo tiempo, la bodega cuenta con un programa de becas, que contempla el otorgamiento de becas de grado y posgrado para los colaboradores y sus hijos. Además, financia becas para la comunidad a través de las ventas del White Malbec, un vino con impacto social.
Finalmente, Trivento valora el balance entre la vida laboral y familiar, ofreciendo programas de maternidad y regreso paulatino. También cuenta con programas de higiene y seguridad, con el fin de proteger la salud de sus trabajadores.
