Desde el 2010, el nombre Casa de Uco dispara como primera asociación el resort ubicado en una finca de 320 hectáreas en Los Chacayes, Valle de Uco. Construido en un estilo minimalista y moderno que busca fundirse con el paisaje, ofrece uno de los hoteles más lujosos de Valle de Uco además de un wine bar & lounge, restaurante de alta cocina, y por supuesto, una cava subterránea.
Sin embargo, Casa de Uco va más allá de este prestigioso espacio para huéspedes: es además una bodega que jugó un papel fundacional en el establecimiento de la IG Los Chacayes, poniendo pie en la zona cuando su terroir recién comenzaba a despertar la atención de enólogos y viticultores. Ubicada a 1250 metros sobre el nivel del mar, la zona posee alrededor de 300 jornadas de sol anuales, con días calurosos y noches frescas que garantizan uvas de concentración y calidad aromática ideal.
“Es una zona muy heterogénea, incluso dentro de un solo lote: podés encontrar suelos súper rocosos en superficie y, cinco hileras hacia el costado, tener arena de dos metros de profundidad”, explica Germán Frenk, responsable de bodega y viñedo de Casa de Uco. Junto a él, trabajan el ingeniero agrónomo y enólogo Sebastián Bisole, con la consultoría especializada del enólogo italiano Alberto Antonini.
La diversidad de Los Chacayes es todo un tesoro, y la bodega entendió que para protegerla la mejor elección era encarar los viñedos de manera orgánica y sustentable. Poseen el aval de la OIA (Organización Internacional Agropecuaria) con una certificación que alcanza a 20 hectáreas de sus viñedos, y apuntan a ampliarla al resto de la producción de uva en el 2022. También se les otorgó la certificación de buenas prácticas agrícolas GLOBAL G.A.P., que evalúa la interacción entre medio ambiente, personas y agricultura.
Casa de Uco: cuidando la tipicidad
En Casa de Uco la vendimia se realiza minuciosamente, identificando de qué manera los suelos marcan características en común entre las uvas y trazando así sectores de cosecha diferenciados. Luego, los vinos son fermentados con levaduras indígenas.
“Tiene sus riesgos porque implica menos control del proceso de fermentación”, apunta Frenk. “Hace dos años que la bodega trabaja en desarrollar sus propias levaduras, tomando muestras de viñedo, seleccionando las que mejor se adecuan a sus procesos y multiplicándolas”.
Huevos y piletas de concreto se combinan en la fermentación: los primeros se utilizan al inicio para brindar dinamismo al proceso, mientras que las segundas estabilizan el vino en una etapa posterior. A ese equipamiento se unen vasijas de arcilla y huevos pequeños de cerámica en los que se elaboran vinos blancos y rosados. Finalmente, para la crianza, Casa de Uco utiliza recipientes de gran tamaño, como barricas de 500 litros y toneles de roble francés de 2500 litros, para que exista el menor contacto posible del vino con la superficie de la madera y ésta no interfiera en la tipicidad de las cepas.
Buscando minimizar el margen de error que a veces se desprende de los procesos de baja intervención en bodega, el equipo pondera, al mismo tiempo, la máxima precisión en el trabajo en el viñedo. En ese sentido, propone una serie de tareas específicas como la cosecha manual, la utilización de sondas hídricas, las calicatas y los rizotrones (procesos que miden el desarrollo radicular de la planta a fin de decidir cuándo aplicar los planes de fertilización).
Aprender de la tierra
Considerando la permanente búsqueda de la expresión desnuda del terroir, tiene sentido que la principal línea de vinos de Casa de Uco haya sido bautizada Salvaje. Abarca tintos de Pinot Noir, Malbec y Cabernet Franc; un Blend de Blancs (Torrontés, Sauvignon Blanc, Chardonnay y Pinot Gris); un naranjo de Chardonnay y Torrontés, y una triple interpretación de Pinot Gris en versión tinto, rosado y blanco.
Junto a Salvaje, elaboran el Vineyard Selection Malbec (mezcla de suelos rocosos) y el Winemaker’s Blend (selección de los mejores lotes de vinos de toda la bodega). “El concepto es hacer vinos únicos: nuestro estilo te puede gustar o no pero estamos llevando la autenticidad de la uva a la copa del consumidor”, resume Frenk. Y es desde este trabajo que está seguro que lo mejor aún está por venir.
“Inauguramos bodega propia en abril del 2016, anteriormente vinificábamos en bodegas de terceros”, agrega. “Este crecimiento nos ha permitido trabajar a otro nivel y recién hoy estamos empezando a ver estos vinos que son el resultado de varios años de trabajo. Habiendo estado casi desde el minuto casi cero en la construcción de una IG, tratar de sacar el mejor provecho al suelo con el que estás trabajando es algo que lleva varios años. Acá no había vecinos de los que aprender”.
En ese sentido, Casa de Uco forma parte del grupo Vinodinámicos, el cual nuclea a varias bodegas que trabajan de manera orgánica o biodinámica que comparten experiencias e invertir de manera conjunta en estudios y desarrollo. “Queremos conocernos más para crecer y ofrecer un mejor vino al mercado”, expresa Frenk.