En un rincón novedoso para la viticultura argentina, entre las sierras de Tandilia, en la provincia de Buenos Aires y a tan sólo 50 km del Océano Atlántico Sur, inició sus actividades la bodega Puerta del Abra en 2013, con una misión clara: desafiar la tradición, explorar lo desconocido y alejarse de las clásicas regiones vinícolas del país.
La bodega Puerta del Abra se sumergió en la tarea de entender el terroir desde cero. Se encontraron con una combinación por demás interesante: suelos con piedra caliza, influencia oceánica y un clima excepcional. Así descubrieron estas condiciones perfectas para cultivar cepas como Tannat, Pinot Noir, Cabernet Franc, Bonarda, Riesling, Albariño y Chardonnay.
Ser pioneros en la producción de vinos de alta gama lleva una enorme responsabilidad; inaugurar un proyecto vitivinícola en una región novedosa también, motivo por el cual se han dedicado a una exhaustiva investigación para comprender a fondo la identidad de los suelos. Guiados por la experiencia de Lydia y Claude Bourguignon, reconocidos expertos franceses en el reconocimiento e identificación de terroirs, llevaron a cabo mapeos de electroconductividad, numerosas calicatas y análisis físicos y químicos, para comprender el tesoro que tienen bajo sus viñedos. Actualmente, están trabajando con asesores nacionales como Guillermo Corona con el fin de seguir haciendo foco en la parcelación del viñedo.
Bodega Puerta del Abra y la IG Balcarce: un lugar en el mapa vinícola
En 2022, Balcarce recibió su Identificación Geográfica, un hito que no solo da identidad a la región, sino que también coloca a Puerta del Abra como líder en el reconocimiento en este terruño. Este logro, aseguran, destaca su espíritu innovador y su apuesta por la calidad.
Sin embargo, explican, ser pioneros no es tarea fácil. Puerta del Abra cumplió 10 años escribiendo su historia vitivinícola en un lugar donde hasta hace poco no se pensaba en la vid. Con recursos humanos locales, tratando de hacer de su bodega una escuela, enseñaron -y aprendieron- desde cero y se adaptaron a un entorno que exigía paciencia y dedicación.
“Estamos en una zona con precipitaciones entre 800 y 1100 mm anuales. Y aún así, tenemos riego por goteo, se utiliza muy puntualmente entre finales de diciembre y principios de enero, porque es época clásica de sequía en la zona. Este es uno de los suelos más antiguos del mundo, tiene 2.200.000 años. Nuestra finca es literalmente un valle encajonado entre sierras”, detallan Romina Taurisano y Victoria Aguilar, representantes de la bodega.
Compromiso vegano y sustentabilidad
En el año 2023, Bodega Puerta del Abra logró obtener el sello vegano, marcando un hito significativo en su compromiso continuo con la sustentabilidad. «La decisión de buscar esta acreditación surgió tras reflexionar sobre las prácticas ya implementadas desde los inicios de la bodega, las cuales se alineaban con principios sostenibles. Sin embargo, al considerar la expansión hacia mercados internacionales, se identificó la necesidad de certificar oficialmente estas prácticas.
Actualmente estamos en proceso de implementación de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), asegurando que cada etapa de la producción refleje los más altos estándares de sostenibilidad». Taurisano y Aguilar explican que este enfoque integral en certificaciones respalda el compromiso continuo de Bodega Puerta del Abra con la calidad y la responsabilidad ambiental en la elaboración de vinos.
“El sello vegano no solo consolida nuestra presencia en el mercado, sino que también subraya nuestro compromiso con las prácticas respetuosas con el medio ambiente. Desde nuestros inicios, nos hemos abstenido de utilizar ingredientes y clarificantes de origen animal, como gelatina, caseína y claras de huevo, que históricamente se emplean en la clarificación del vino. Nuestra meta es continuar produciendo vinos de calidad que respeten el entorno natural en cada paso de nuestro camino, sin comprometer nuestros estándares enológicos”, señala Delfina Pontaroli, enóloga de la bodega.
Esa apuesta por la sustentabilidad se refleja también, cuentan, en el cambio a botellas más livianas y en la gestión de residuos. Puerta del Abra clasifica los desperdicios reciclables y se suma a los miércoles verdes de Balcarce, aportando políticas concretas para el cuidado del entorno. Además, y como un elemento importante, la bodega Puerta del Abra genera empleo local, desde el despalillado manual hasta el etiquetado, fortaleciendo el vínculo con la comunidad de Balcarce.
A través de asociaciones y fundaciones, ofrecen oportunidades laborales a jóvenes recién salidos de la escuela. “Tenemos una pata fuerte en el trabajo en la comunidad. La nuestra es una bodega chica, apuntada a la alta gama y necesitamos mucho trabajo manual. Entonces, decidimos contratar gente de Balcarce, aliándonos con distintas asociaciones para conseguir el personal tercerizado en las diferentes épocas: vendimia, etiquetado. En nuestra filosofía, priorizamos el trabajo en equipo, reconociendo y valorando las contribuciones individuales de cada persona, independientemente de su género.
Creemos en desafiar las convenciones establecidas, fomentando un entorno donde hombres y mujeres aporten con sus habilidades únicas y perspectivas individuales. Este enfoque diverso enriquece nuestra dinámica colaborativa y nos impulsa hacia la innovación y la excelencia conjunta”, explican.
Investigación y desarrollo: más allá de la tradición
Bodega Puerta del Abra no sólo produce vinos, sino que también se sumerge en la investigación y desarrollo. En colaboración con la Universidad de Mar del Plata, explican, decidieron explorar nuevas levaduras nativas y trabajan constantemente en el concepto de calidad por encima de todo.
En su corta pero intensa historia comercial desde 2021, Puerta del Abra ha demostrado que la innovación y la exploración constante son el motor que impulsa sus vinos. Con el reconocimiento internacional y la indicación geográfica, están listos para conquistar nuevos horizontes.
