Por qué elegir un Cabernet Sauvignon argentino

Por qué elegir un Cabernet Sauvignon argentino

El 30 de agosto el mundo celebra al Cabernet Sauvignon, el rey de los tintos. ¿Por qué no hacerlo con un ejemplar argentino? ¿Qué mejor momento para descubrirlo?

A pesar de que dos de cada tres botellas de vino que Argentina exporta al mundo son de Malbec, muchos winemakers y bodegueros insisten en dar a conocer otros varietales producidos en el país. Entre estos, el Cabernet Sauvignon ocupa un papel fundamental por tratarse de un viejo conocido de la vitivinicultura argentina con más de 15.000 hectáreas plantadas.

Gracias a esta superficie, se trata de la tercera variedad en extensión y, junto al Malbec, es una de las que más se ha investigado en los últimos años, además de ofrecer diferentes perfiles de acuerdo al origen.

Por su gran calidad, muchos expertos destacan que los Cabernet Sauvignon argentinos no tardarán en copar la escena global, por su excelente relación en precio y calidad, mientras que los más clásicos de Napa Valley o los Red Blend de Burdeos escalan en precio año tras año. De este modo, Argentina ofrece al menos tres estilos propios de Cabernet con una particularidad: todos provienen de climas continentales, algo muy raro de encontrar en otras partes del mundo.

Cabernet de clima cálido

Las regiones productoras de Cabernet Sauvignon más famosas del mundo se ubican próximas a océanos o ríos, pero en Argentina la cepa reina entre las tintas se cultiva en terruños áridos de montaña. El 77% del total cultivado con esta cepa en Argentina se encuentra en Mendoza, siendo Maipú y Luján de Cuyo regiones históricas con viñas longevas. En estas dos zonas, los viñedos se ubican entre los 700 y 950 metros de altura, donde reina un clima cálido y seco que ayuda a la maduración de los Cabernet y los dota de un estilo intenso y voluptuoso con buen cuerpo y estructura.

Por ejemplo, en Maipú esta cepa logra un perfil clásico con aromas de frutos negros y especias, mientras que en boca resulta caudaloso y de buen carácter. Algunos casos son Pascual Toso Selected, Carinae Hommage y Gauchezco Clásico. Mientras tanto, en Luján de Cuyo son Perdriel y Agrelo dos orígenes muy prestigiosos, gracias a sus suelos profundos de limo, arcilla y arena. Estos otorgan a los vinos buena tipicidad varietal, que recuerda a los frutos negros y un paladar amplio y redondo, como sucede con Bramare Marchiori Estate de Perdriel, Catena Appellation Agrelo Cabernet Sauvignon, Lamadrid Gran Reserva de Agrelo o Norton Reserva, proveniente de uno de los viñedos históricos de Luján de Cuyo.

Cabernet de altura y clima frío

A partir de la década de 1990, muchas bodegas mendocinas buscaron en el Valle de Uco la posibilidad de elaborar vinos más ligeros gracias al clima fresco de los diferentes rincones de la montaña. En esta región donde las viñas comienzan a cultivarse a los 1.000 metros de altura y pueden trepar hasta los 1.500, las variedades tintas maduran más lento, en especial las de ciclo largo como el Cabernet Sauvignon. Es por esto que se llega al momento de cosecha con una acidez natural refrescante que imprime un carácter especial a los vinos de la zona.

Además, los suelos pedregosos suponen otro diferencial, ya que, ante la presencia de rocas y piedras, a las plantas les cuesta mucho más alimentarse. Esto resulta en vinos intensos, producto de una buena insolación y una frescura sabrosa como consecuencia del clima frío de altura. Así se logran tintos de Cabernet electrizantes en zonas como Gualtallary. Sucede con Sophenia Synthesis o Ambrosia Viña Única. Lo mismo ocurre en Tupungato con Atamisque Cabernet Sauvignon. En otras partes, como Tunuyán, se logran Cabernets más profundos y briosos, como en Vista Flores con Siesta Single Vineyard Cabernet Sauvignon, de producción biodinámica, o en Paraje Altamira con Rutini Single Vineyard Altamira.

Cabernet del norte

Si hay una región en Argentina que supo hacer culto del Cabernet Sauvignon esa es Cafayate, en el corazón de los Valles Calchaquíes. Aquí, a una altura de 1.750 metros sobre el nivel del mar, el Cabernet desarrolló una expresión fácil de diferenciar por sus matices especiados, herbales y mentolados. Sucede que en esta región el clima es extremo con una amplitud térmica muy marcada, que en época de maduración puede alcanzar los 20 grados centígrados. De modo que las uvas maduran pero por las noches concentran acidez y una aromática explosiva.

Lógicamente, como sucede con todos los vinos de desiertos de altura, se trata de tintos profundos y concentrados, pero con una frescura singular. Basta probar casos como Laborum Cabernet Sauvignon o Domingo Molina Cabernet Sauvignon, ambos de nítida expresión salteña, o bien Piattelli Premium Reserve, con un sello más moderno y cosmopolita, o el refinado El Esteco Old Vines Cabernet Sauvignon, elaborado con uvas de un viñedo de 1947, un verdadero tesoro calchaquí.

Si bien este podría ser un amplio panorama del Cabernet argentino, vale destacar que es apenas una introducción a un mundo que todo wine lover debería conocer.

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