El paso del tiempo y la longevidad son dos cosas inevitables en esta vida, pero cómo se llevan estos dos factores es algo que ha cobrado real importancia en este siglo XXI.
La expectativa de vida aumenta cuatro meses por año, mientras la natalidad ha caído un 40% a nivel mundial. Incluso, los datos indican que para 2036 se dará una situación realmente llamativa: habrá más personas mayores de 60 años que menores de 10.

De ahí que la Silver Economy, el conjunto de actividades económicas que se centran en las necesidades de las personas mayores, esté ganando terreno entre las decisiones comerciales de las empresas. Pero, ¿dónde entra el vino en todo esto? La respuesta está en los hábitos de consumo.
Este segmento (personas mayores de 50 años que poco a poco han ido plateando su cabellera) tiene un punto en común: gracias a sus posibilidades económicas, apuntan a lograr un envejecimiento activo, enfocado en la salud, el bienestar, la tecnología adaptada y los servicios de ocio.
Mariana Torta, Brand Ambassador & Manager LATAM de Wines of Argentina (Wofa) aseguró que la relación entre la Silver Economy y el vino es, en general, muy buena. “Consumen vinos de alta gama en cantidad limitada, los fines de semana y en viajes. También es una actividad que comparten con amigos, como un hobbie, teniendo la cava en su casa, que es parte de un status social. Está todo vinculado”, sostuvo.
Pero la oportunidad para las bodegas argentinas no está solo en tentar con sus vinos a los Gen Silver: también el enoturismo, una unidad de negocio que ha crecido para ellas en el último tiempo, es algo a tener en cuenta. “Es otra fuente de ingresos para las bodegas, donde explotan la gastronomía y venta directa de sus vinos”, destaca Torta.
Como lo señaló la sommelier, es un segmento al que las bodegas deberían prestarle atención “porque son abiertos, receptivos, tienen muy buen poder adquisitivo y aún tienen varios años por delante para consumir y además educan a sus hijos a beber vino”.
Un nicho demasiado grande

Según las Naciones Unidas, en 1990 había aproximadamente 95.000 personas mayores de 100 años en el mundo. Hoy, esa cifra ha crecido a más de medio millón y se proyecta que para el año 2050, habrá alrededor de 3,7 millones de centenarios. Pero eso no es todo, las proyecciones indican que la Silver Economy alcanzará a nivel mundial el 44% del consumo en 2030 y el 50% en 2050. En Argentina ya representa el 35,5% de la población total.
Para ponerlo en dimensiones, si hoy se considerara como un país, la Silver Economy sería la tercera economía más grande del mundo, colocándose sólo por detrás de los Estados Unidos y China.
Una oportunidad de crecimiento
En el caso de Argentina, ya son varias las bodegas que están ajustando sus estrategias de venta hacia el segmento de la Silver Economy. Una de ellas es La Coste de Los Andes, ubicada en el Valle de Uco, en el terroir de Gualtallary. Lucas Giménez, director y winemaker de la compañía, comenta que justamente sus vinos son productos que se adaptan a los requerimientos que hoy tienen estos consumidores por varias razones: la manera en que han sido diseñados, desde el viñedo y la bodega, y su rango de precio (entre $40.000 a $60.000).
“Apuntamos a tener un porfolio amplio. No perdemos las nuevas tendencias y las nuevas formas de consumo, pero sí está claro que en ciertas gamas de precio la Silver Economy es la que está dispuesta a pagar por un estilo de vino que está buscando. Por eso hemos ampliado nuestra oferta en la alta gama para tener seis vinos en este segmento”, sostuvo Giménez.
Para él, el avance de la Silver Economy guarda estrecha relación con cambios en los hábitos de consumo y una premiunización de la demanda que se ha visto en todo el mundo. “Antes era habitual tomar vinos todo los días, pero hoy el consumidor lo deja para el fin de semana u ocasiones especiales. Es un cambio en la modalidad de consumo”, planteó.
Su estrategia va mucho más allá de los vinos, dadas las perspectivas de crecimiento que tiene este segmento también apuntan por el enoturismo. “Lo estudiamos, lo seguimos y actuamos en consecuencia. Al tener vínculo con Chateau La Coste también nos permite hacer una lectura anticipada. Tenemos experiencias de enoturismo con un restaurante en Los Chacayes y estamos avanzando con la construcción de un hotel, un restaurante y la bodega en esa misma localidad”, anticipó Lucas Giménez.

Otro caso es el de Bodega La Celia, una de las pioneras en la región del Valle de Uco. En su caso, entienden que el segmento se presenta como una oportunidad clave para conectar con un grupo de consumidores con un alto poder adquisitivo y un interés creciente por productos de calidad.
“Sabemos que, aunque el consumo global de vino está experimentando algunos desafíos, el segmento de la Silver Economy sigue siendo clave, ya que este grupo tiene un poder adquisitivo importante y una disposición a invertir en productos de calidad. En Bodega La Celia trabajamos en crear una conexión emocional con este segmento a través de la exclusividad y el reconocimiento de la calidad de nuestros vinos, especialmente en la gama premium”, comentó Agustina Izura, brand manager de la compañía.
Para Izura, el vino argentino tiene una gran oportunidad dentro de la Silver Economy. “Especialmente porque Argentina se ha posicionado internacionalmente por la calidad de sus vinos, particularmente el malbec, que es reconocido mundialmente. Este segmento valora las historias detrás de cada producto, y el vino argentino tiene una rica tradición y un vínculo directo con el terroir único de nuestras regiones vitivinícolas”, completó.